El vestido
La principal regla de oro a la hora de elegir el vestido de novia es la sencillez. Nada más lejos de la realidad pensar que cuantos más adornos, lazos y volantes, más favorecida vas a estar. No hay que olvidar que el simple hecho de ir toda de blanco, con un vestido largo de ricas telas, un velo y un ramo en las manos es más que suficiente.
Dime cómo vistes y te diré cómo te casas
Otro aspecto importante es buscar un vestido de novia en consonancia con tu personalidad es decir, que si vas siempre en vaqueros no te pega un traje muy sofisticado y con el tipo de boda que vas a celebrar si organizas una boda campestre, olvida los tacones de aguja y vestidos tipo cabaretera. Del mismo modo, en una boda civil no se está tan sujeto a las normas del protocolo como en una religiosa, pero sí a las reglas del sentido común: en los juzgados y ayuntamientos resultan mucho más apropiados los vestidos cortos o de calle, o bien los de falda tipo ballet, es decir, justo a la altura de media pantorrilla.
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Encuentra tu estilo
Las mujeres más bien bajitas deben renunciar a las faldas demasiado voluminosas, puesto que tan sólo conseguirían achatar aún más la figura. Es mejor optar por las faldas de vuelo y los cuerpos entallados, sin cortes transversales. Las mangas deben ser sencillas, ni ajamonadas ni de farol exagerado.
Las mujeres altas no tienen tantos problemas, puesto que pueden decantarse por cualquier estilo. Los vestidos guante, totalmente entallados y ajustados al cuerpo, les sentarán perfectamente; ahora bien, si se es demasiado alta y la intención es no parecer tan larga, quedan mejor los vestidos de faldas con mucho volumen y con cortes transversales tipo lorzas, volantes, capas, etc.
Si consideras que tienes unos kilitos de más, es preferible que elijas vestidos de líneas sencillas, sin mucha ornamentación, y prescinde de las formas muy entalladas. La norma general para elegir el vestido es intentar disimular los posibles defectos y realzar la parte del cuerpo que más te guste. Por ejemplo, para las mujeres sin cintura están prohibidos los corpiños estilo princesa envarillados y muy ceñidos: parecerías a punto de estallar.
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Elige peinado
La forma del rostro, el largo del cabello, el estilo del vestido y la personalidad de la novia son las claves.
El peinado es uno de los detalles más importantes del día de la boda y conviene tener muy claro lo que se quiere. Sin embargo, muchas novias se muestran indecisas y optan, normalmente, por lo más clásico: los recogidos.
Aunque suele ser una alternativa elegante, ha de adecuarse tanto a la forma del rostro de la novia como a su estatura -y a la del novio-. Por ejemplo, las novias altas deben decantarse por los recogidos más caídos mientras que las bajitas tienen que huir de los peinados muy elaborados y los accesorios grandes. En cuanto a la armonía con el traje, si éste es muy recargado, el tocado deberá ser sencillo; si el vestido lleva cuello, los recogidos en la coronilla van perfectamente, mientras que si luce escote las mejores opciones son los recogidos bajos, las melenas sueltas o los semirecogidos.
Respecto a la forma del rostro, las mujeres con la cara redonda no deben "armar" excesivamente el peinado para no dar más sensación de redondez a la cara. Les va mejor el moño alto, que siempre resulta elegante, y tirante en los laterales. De ese modo, se proporciona un efecto óptico de altura y se afina y estiliza el óvalo de la cara.
Con un semblante cuadrado, conviene aportar más volumen y acabados redondeados, mientras que a los triangulares les van más las mechas sueltas para disimular el mentón.
A los rostros ovalados les sienta bien cualquier tipo de peinado, aunque los tocados bajos, menos artificiosos en general que los altos, son siempre una buena decisión. Tanto los recogidos altos como los bajos pueden ser clásicos, artísticos o informales. La elección dependerá de la personalidad de la novia.
Si lo que se busca es lucir un aire atrevido y juvenil, lo más adecuado es un semirrecogido. En este tipo de peinado se juega con la soltura, sutilmente estudiada, de algunos mechones, bien a los lados de la cara o por la nuca, mientras que los artísticos o recogidos laterales son más aconsejables para las bodas que se celebran por la tarde o por la noche y para mujeres sofisticadas.
Pero no es obligatorio llevar un recogido. El cabello suelto y ondulado también proporciona una imagen sensual, romántica y juvenil, con la ventaja de que no se cambia radicalmente de estilo. Eso sí, una melena ondeando al viento el día de la boda debe estar perfectamente cuidada, y presentar un aspecto de pelo sano. Con algún accesorio, una diadema, una tiara o unas flores se obtiene un acabado natural con un toque romántico. A la hora de elegir los accesorios que formarán parte del peinado, los estilistas recomiendan no recargar demasiado la cabeza.
Cuando la novia tiene el cabello corto, siempre puede recurrir a las extensiones o a los postizos si desea un acabado diferente para ese día. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que se niegan a dejar crecer el cabello para esta ocasión, aunque sea lo más habitual. En estos casos tampoco hay ningún problema, existen recogidos especiales para cabellos cortos y tocados desenfadados dependiendo del estilo de la mujer. Además, siempre se puede engominar a los lados para dar sensación de recogido o lucirlo adornado con perlas o pequeñas peinetas con flores.
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El ramo
Lleva la naturaleza a tu boda
La tradición apunta a que el ramo lo debe comprar el novio para su futura esposa, pero siempre es mejor que lo elija la novia porque ha de coordinarlo con el vestido. Si éste es muy sencillo, la novia se puede permitir llevar un ramo importante, pero si por el contrario el vestido es una copia de los de Sissí Emperatriz, lo mejor es optar por uno un poco más discreto, siempre dentro de la línea clásica del atuendo.
Los ramos más habituales suelen ser en bouquet (redondos), más o menos grandes, o en cascada. Sobre estos últimos conviene saber que no es conveniente llevarlos con demasiada caída o muy grandes si se es bajita. Otro tipo de ramos que se ven mucho en las pasarelas son los tipo vara, en los que los tallos van simplemente atados.
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El velo
Tras la cortina del pudor
El velo es un complemento opcional y queda casi restringido a las ceremonias religiosas. Fuera ya de cierto significado un tanto anticuado, resulta un aliado perfecto para las novias tímidas o nerviosas. Como norma general, el velo jamás debe tener más importancia que el vestido y, aunque suene obvio, ha de armonizar con él: no resulta tan fácil encontrar dos blancos iguales, sobre todo porque los tejidos van a ser diferentes.
Su longitud depende de las preferencias, pero ha de elegirse pensando siempre en la comodidad. Medita si te las apañarás con un velo de siete metros y ensaya en casa el momento en el que el cura os declare marido y mujer y te lo apartes de la cara, no vaya a ser que te hagas un lío y destroces el peinado.
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Las joyas
El peso de la piedras
Aunque es un día de fiesta, no es necesario sacar todas las alajas para lucirlas. Una novia debe llevar pocas joyas y, a ser posible, siempre buenas: no es momento para bisuterías. Las perlas blancas resultan muy apropiadas para combinar con el vestido de novia y hoy en día están muy de moda, aunque si eres superticiosa acosejan no llevarlas porque representan lágrimas.
Sean cuales sean las joyas que elijas, no deben resaltar mucho, sobre todo si el vestido lleva bordados y pedrerías. En los dedos, una novia no puede llevar anillos para realzar así la sencilla alianza. Lo único permitido es el anillo de pedida, siempre en la mano contraria a la de la alianza: ésta se suele llevar en la derecha, salvo en algunas zonas, como Baleares o Cataluña, dónde acostumbran a llevarla en la izquierda.
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Lencería
La última frontera
En la elección de la lencería que se va a llevar el día de la boda no sólo se debe tener en cuenta si es bonita o fea o si es sugerente y sexy. El primer punto a estudiar es la comodidad, puesto que va a ser una jornada de mucho trajín y no quedaría nada bien que la novia se estuviese llevando cada dos por tres la mano al escote porque se le clava el aro del sostén. Además, resulta fundamental adecuar la lencería al vestido, es decir, que no se marque, sobre todo si se lleva un vestido ceñido, y que el sujetador se adapte al escote que se ha elegido para el traje. Por ello, nuestro consejo es que las pruebas del vestido se realicen con el mismo conjunto de lencería que se va a llevar el día de la boda.
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