MONOINSATURADAS, ALIADAS DE LA SALUD
Líquidas a temperatura ambiente, aunque se solidifican con el frío, las grasas monoinsaturadas son sanas y protectoras de las arterias; su principal exponente es el ácido oleico del aceite de oliva, aunque también se encuentran en el aceite de canola, así como en las almendras, avellanas, cacahuetes, aguacates y aceitunas.
Las dietas altas en este tipo de grasa reducen el riesgo cardiovascular y, al parecer, también las posibilidades de sufrir algunos tipos de cánceres, sobre todo el de mama.
Los expertos aconsejan elegir el aceite de oliva como el principal aceite de cocina, e incorpora más frutos secos y aguacates a la alimentación, dentro de unas proporciones calóricas adecuadas.
OMEGA-6: BAJO SOSPECHA
Las grasas poliinsaturadas omega-6, derivadas del ácido linoleico y presentes en los aceites de maíz, soja, oliva y girasol, se emplean sobre todo para aliñar las ensaladas, preparar mayonesas y para fabricar alimentos procesados.
Reducen el colesterol sanguíneo y el riesgo cardiovascular, pero podrían elevar el riesgo de cáncer al acelerar el crecimiento de las células precancerosas y tumorales, según estudios recientes.
Una alimentación saludable debe incluir una proporción igual de ácidos omega-6 y omega-3, pero la dieta occidental incluye cantidades demasiado elevadas de los primeros, por lo que se aconseja reducir el consumo de estas grasas, usando aceite de oliva o canola, para obtener sus beneficios sin exponerse a sus posibles perjuicios.
OMEGA-3, VITALIDAD DESDE EL MAR El pescado azul (atún, sardinas, caballa, salmón, trucha,&) y verduras (de hoja verde y legumbres), los aceites (nuez y canola) y frutos secos (semillas de lino, nuez del Brasil), son fuentes de estas saludables grasas poliinsaturadas omega-3, derivadas del ácido linoleico.
Las dietas altas en omega-3 ayudan a reducir el riesgo cardiovascular y han sido relacionadas con la inhibición del cáncer; estas grasas también estimulan el sistema inmune.

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