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Jóvenes universitarios buscan voluntarios en Perú para que formen a otros
Su proyecto con Perú, "Formación y gestación de núcleos de voluntariado", recibió en febrero una subvención de la UPNA

Los niños de Sicuani, un pueblo del sur de Perú, tienen que crecer muy pronto. En el colegio se les inculca sobretodo el sentido patriótico y todos los domingos por la mañana realizan obligatoriamente un desfile militar.

Brígida Galbete, de 22 años y estudiante de Derecho Ecónomico en la Universidad Pública de Navarra viajó a Perú el pasado verano, con el fin dar forma a una idea. Le acompañaron otros tres estudiantes de la UPNA, también integrantes de Acción Social, una organización de la universidad formada por diez personas. Su proyecto con Perú, "Formación y gestación de núcleos de voluntariado" recibió el pasado febrero una subvención de la UPNA de 3.005 euros.

El proyecto consiste en "crear una reacción en cadena". Se trata de formar a jóvenes de Perú en el voluntariado "para que ellos, no sólo desarrollen actividades con los niños, sino que también formen a otros jóvenes en el voluntariado", explicó Galbete.

La idea llegó desde el lugar al que se dirigieron los esfuerzos. El estudiante Gabriel Moreno, de 26 años de edad, que estudió Humanidades en la UPNA, tras sus años de colaboración en Acción Social, y por medio de la ONG Alboan, viajó a Lima como voluntario para "Encuentros Casa de la Juventud", una ONG de Perú. Moreno acercó hasta Pamplona una idea.

"Encuentros" es una institución profesionalizada de Lima en la que trabajan unas 15 personas. Una de sus líneas de acción es el fomento del voluntariado entre los jóvenes de Lima. "Gabriel vio que había posibilidades de colaboración entre Acción Social y Encuentros", afirmó Galbete.

Con el objetivo de buscar el modo de compatibilizar sus fuerzas, algunos miembros de Encuentros viajaron a Pamplona para analizar el trabajo de Acción Social y varios integrantes de Acción Social fueron invitados a conocer Perú: Iñigo Mena, Iker López de Vicuña, Amaia Areta y Brigida Galbete, todos ellos de 22 años.

Después de pasar una semana en Lima, Brígida Galbete, Iker López de Vicuña y Amaia Areta se desplazaron a Sicuani, un pueblo de 30.000 habitantes, que se encuentra en la región de Cuzco. Galbete se encargó de buscar jóvenes voluntarios. Los responsables de Encuentros querían preparar unas actividades para algunos niños de un barrio durante las vacaciones de invierno, "pero no tenían a nadie", explicó.

Galbete recorrió los institutos técnicos superiores, "como aquí FP", y las dos universidades, Facultad de Ingeniería Agrícola y la Universidad de Los Andes, "privada y una especie de sede de la que se encontraba en Cuzco". De este modo, logró juntar a un grupo de seis jóvenes: tres chicas y tres chicos de entre 18 y 24 años.

Sin embargo, "la idea era que se creara un grupo de monitores para que todos los fines de semana hicieran actividades y salidas con los niños". Actualmente este grupo sigue realizando su labor. El trabajo de Galbete fue una extensión del proyecto.

Crear el efecto multiplicador de voluntarios "es muy complicado". Sin embargo, allí se toman muy en serio el proyecto. "Aquí el voluntariado es diferente", apuntó. El proyecto parte de la idea de que el voluntariado, "y más en un lugar como Perú", es muy importante para la formación de las personas. "Ellos afirman que existe formación académica, pero ninguna formación en valores", señaló Galbete.

LOS NIÑOS DE SICUANI
En Perú, el trato con los niños "es cuestión de herencia", dijo. Las personas los tratan del modo en que ellos han sido tratados de niños. "No hay mucha sutilidad con ellos", señaló. Principalmente inculcó en los voluntarios la paciencia con los niños, "algo que también a nosotros nos cuesta muchísimo".

Una de las actividades que realizó con los voluntarios consistió en elaborar una lista de juegos para los niños. "Ellos se sorprendieron muchísimo de la cantidad de juegos que sabíamos; no habían jugado tanto nunca", afirmó.

En cuanto a las familias, explicó que "allí lo menos normal es encontrar a un niño que tenga un padre y una madre que estén juntos". Apuntó que generalmente, la madre es soltera, el padre no reconoce a sus hijos, "y a la mayoría les pegan en casa".

También se dan muchas situaciones en las que "el padre o la madre son borrachos, el hermano se ha marchado de casa, etc". Un niño no reconocido por su padre tiene muy pocos derechos; "tiene problemas por ejemplo para ser inscrito en el colegio".

Por ello, "tienen que crecer muy pronto, son situaciones familiares muy duras". Todos los domingos por la mañana realizan obligatoriamente un desfile militar y "encuentras a niños de tres años formando".

Galbete mostró sorpresa por la cantidad de historia que jóvenes y niños peruanos saben sobre su país. "Bromeando, nos abucheaban diciendo que les íbamos a conquistar; eso lo tienen muy marcado". Por otro lado, sostuvo que la lengua quechua "siempre ha estado muy infravalorada, se avergüenzan de saberla y no quieren hablarla, pero a la vez proclaman el orgullo inca".

Después de formar el grupo de seis voluntarios, regresó a Lima. "Encuentros" tenían mucho material en voluntariado, pero no voluntarios, por lo que "pensamos en volver a mandar voluntarios en verano y proponer sus proyectos en las subvenciones que salieran en Navarra", dijo.

"NO ES UN PARCHE"
Según sostuvo, el proyecto es muy ambicioso, muy grande y para mucho tiempo. Sin embargo, "son personas que tienen los pies muy puestos en la tierra y se plantean las cosas muy en serio". Las mayores dificultades son de financiación. Las principales fuentes son fundaciones europeas, "pero ahora con la recesión económica están bastantes reticentes a dar dinero".

Los voluntarios de Perú son principalmente universitarios que también tiene muchos problemas, "son gente que lo está pasando muy mal, que puede que no tengan dinero para sacarse el siguiente curso; no es como yo, por eso tiene mucho más calado". Ellos "nunca habían tenido la oportunidad de formar parte de un grupo organizado de voluntarios.

Según Galbete, "no son unos pobres chavales, son jóvenes normales y corrientes; ambiciosos, y reivindicativos". Apuntó que al igual que en Pamplona o en España, "hay gente muy concienciada y gente que quiere salir del hoyo y ya está".

El proyecto se basa en un compromiso "casi personal" entre Acción Social y Encuentros. "Ni a ellos ni a nosotros nos interesa construir algo o llevar a un profesor que durante un periodo de tiempo explique matemáticas", apuntó. Se trata de "ahondar más".

Sin embargo, "eso puede llevar años y generaciones y lo llevará si algún día llega a buen puerto". Por eso, señaló que lo negativo es que es muy lento, y "no hay mucha gente que crea en ello de verdad porque muchas veces se buscan resultados rápidos, concretos y materiales".

Se busca el resultado inmediato del proyecto y "el nuestro no lo va a tener, pero sí un resultado duradero, no es parche". No obstante, dijo que existen cosas necesarias, como el agua. En Sicuani disponen de servicios mínimos, aunque el tema de la medicina "está muy mal, los servicios públicos son de un país tercermundista".

Ellos son conscientes de que la solución "no tiene que venir de nuestras manos, sino que el proyecto pretende que la gente de Perú sea formada, a nivel humano sobretodo, para que ellos mismos se valgan por sí mismos", explicó. "No es la única forma de cooperación válida, pero si realmente se quieren cambiar las cosas, sí, porque va a la raíz del problema", sostuvo.

Acción Social continúa manteniendo el contacto con "Encuentros", intentan sensibilizar a la sociedad de la situación de Perú, ayudarles económicamente y plantear la posibilidad de enviar voluntarios este verano.